Cuando hablamos, en una conversación normal, con los amigos o compañeros de trabajo, la voz suena natural, con ritmo, intención y matices, pero cuando realizamos una intervención en público pasan muchas cosas diferentes: suena acartonado, recitado, aburrido, sin intención y sin emoción. ¿Ha escuchado la expresión “Es que ese texto suena plano”? Claro, es que carece de ritmo.
Hoy probaremos un ejercicio para darle ritmo a tus textos orales.
- Toma una hoja en blanco y un color (también se puede plumón o marcador delgado).
- Escoge un párrafo de un texto que estés acostumbrado a decir cada cierto tiempo -una presentación, una clase, una exposición- y dilo en voz alta.
- Selecciona de tu carpeta musical una canción.
- Escúchala con los ojos cerrados e identifica lo que sientes cuando la oyes.
- Escúchala de nuevo y con el color y manteniendo los ojos cerrados traza en la hoja lo que vas sintiendo, solo dibuja aquello que te genere la canción.
- Al terminar la canción abre los ojos y mira tu dibujo del sonido.
- Di tu texto en voz alta viendo el dibujo que acabas de realizar.
- De nuevo, en voz alta, di tu texto incluyendo las emociones que dibujaste en la hoja en blanco.
*Puedes hacer el ejercicio cuantas veces quieras, con el número de canciones que quieras y para los textos que desees.
Al realizar este ejercicio no sólo estarás incluyendo ritmo en tus discursos sino que lograrás establecer una conexión entre el texto y la emoción.